jueves, 11 de abril de 2013

POESÍA EN GRITO

A Diana le gusta armala. Desde la Luna en la que vive diseña encuentros donde los versos suenan en noches sin rima. Sentimiento sin teoría, poesía que se grita sin requisitos de admisión. El Café La Qarmita de Granada acogió el ardid de la cazadora de figuras literarias, Diana Rodrigo. Ese día todas las palabras cabían: propias, prestadas, anónimas, regaladas, robadas, de esta orilla o de la otra; sacadas de libro bien encuadernado, de servilleta manchada de pintalabios y aceite, de envuelto de chicle de antenoche, de palma de la mano y hasta de diario rescatado de la basura.

Junto a la urdidora de hilos estaba también una cubana que vive en Granada, y una colombiana que respira en Finlandia. Todo el que quiso se acercó al micrófono a gritar poesía. Espontáneos con papeles arrugados cogidos del bolsillo, declamadores profesionales, poetas con nombre y sin él, reivindicaciones políticas y hasta versos en portugués y en finés tuvieron lugar esa noche. El resumen es simple: después de hora y media de compartir letras y café, la gente volvió a casa con el alivio de haber gritado lo que quiso.

A continuación, vídeos, fotos y poemas de POESÍA EN GRITO:
Palabras que se pudren al lado de pepas de aguacate y latas de cerveza. Palabras que corrompe el tiempo por decisión de una mujer con nombre que quiso olvidar. 
Entre 1991 y 1994 Elena Márquez (de unos 27 años de edad por aquel entonces) vivió en Toronto, Canadá. Este diario fue encontrado en el año 2010 entre un montón de papeles al lado de la basura, en una calle de Madrid.

Hemos querido darle voz a los pensamientos olvidados de Elena respecto a esos días de juventud, y su amor atormentado por el que fuera su compañero de piso: Dragan.

Los fragmentos han sido ordenados según sus reflexiones hacia el amor, y no siguen un orden cronológico. Algunos nombres han sido modificados para proteger su identidad. Se han conservado los errores gramaticales y sintácticos tal y como se muestran en el texto original.
------
This Book Belongs To
Elena Márquez
Date
January, 1992
---------
April 30th 1994
4 Weeks without him. It’s Saturday night and I am alone at home ready to go to bed. I miss him. It’s rainning and it reminds me of our apartment at Dundas & University. I would love to be with him. I would love to share his love but everything is over. Only my fantasy brings back those magic moments. There is no such a person by the name of Dragan. There is no such a friend by the name of Dragan. Such a lover never existed. I was the lover, he was the loved person, the loved one. He used my body, my emotions and my feelings. I am crying now and tomorrow will be the Mother’s day. I wonder if I will even be one of them. PLEASE!

18 de Septiembre [1992]
Son la 1 de la madrugada. Estoy llorando como una magdalena. Dragan no es el que era. Me solía tratar con cierta ternura y todo eso ha desaparecido. Ya no reconozco a la persona con la que me fui a vivir casi hace un año. No es el mismo. El único problema es que todavía le quiero. Pero ahora soy más fuerte. Incluso con las lágrimas en los ojos. También sé que puedo largarme de este apartamento cuando quiera. Ya no me ata tanto como antes y ya me he autoconvencido de hacerlo. Será cuando Dragan empiece a traer a alguna chica. A la primera, Elena se marcha. No quiero torturarme como lo estoy haciendo.

Diciembre 7, 1994

[…]
Lo que no puedo negar, sin embargo, es que me siento valiente, con confianza para cerrar este capítulo. Hace una semana la muerte me visitó en mis sueños. Hizo su primer acto de presencia, vestida de negro, con guadaña incorporada y sin cara conocida, o incluso sin cara. No tuve tiempo de fijarme en tales detalles porque el susto que me dio fue suficiente para despertarme del sueño en el que me encontraba vagabundeando. A los otros días corrí a Harbord Street a la librería que hay especializada en Psicología y compré un libro sobre símbolos. Ahí estaba mi sueño: The King of Death with the Scythe. Y el significado es ambivalente. Renacimiento, muerte y renacimiento, la unión del alma y el espíritu. La ruptura con el pasado y el comienzo de una nueva vida, mi nueva vida, pensé yo. El otro significado tiene que ver con la muerte real de la persona. En este caso, esta persona soy yo. Yo reflejada en un espejo y con la muerte de tras de mí, empuñando la guadaña.

29-Enero-1992

[…]
Son las 12:15 de la noche. Estoy escuchando una música extraña, suave, dulce con ecos. Es como estar en un templo a solas. Dragan se acaba de marchar a la cama. Hace apenas mes y medio que le conozco y ya me parece un año. Le quiero porque es dulce y salvaje. Le quiero porque me hace sentir algo que no sentía desde hace mucho tiempo. Le quiero porque está enterrando el fantasma de Tom. Le quiero porque a veces se olvida de ser adulto y juega a ser niño. Le quiero porque es todo sentimiento y dulzura. Porque es sincero. Le quiero porque juega conmigo, porque me invita a la ópera y a un concierto de rock duro. Le quiero porque me sabe tratar. Le quiero porque me pide pro favor que le prepare un café. Simplemente, le quiero. Una vez más me pregunto por qué Dios pone a estas personas delante de mí y luego las deja marchar. Me pregunto por qué me permite conocerlas. Dios, ¿acaso eres cruel? ¡Dios! Es como una oración, una plegaria, un favor. Déjame amarle con todas las consecuencias. Déjame escurrirme en su vida, empaparme en su piel. Déjame rozar mi mano con su mano, violar su intimidad, llorar con él.

Así, poco a poco, la vida pasa, pasa y pasa. La vida de esa niña que todos veían tan dulce se convirtió en una pesadilla, llena de infiernos, llena de lágrimas y gritos encerrados entre 4 paredes.
Todavía queda la duda; la esperanza me tienta y después azota mi espina
y me mece y me estrella y me hunde.

«Puedo escribir los versos más tristes esta noche », escribo por ejemplo...El cielo está estrellado y tú, mi amor, ¿adónde te fuiste que no te puedo encontrar?

¿Dónde fue a parar tu mano llena de promesas?
Un día cualquiera de enero de 1993 en Toronto, Canadá.
-----------
Las modas…

Las modas siempre vuelven,
como aquel paraguas sin varillas
que dejé caer en el paragüero para nunca,
o el cansancio idolatrado del estudio
o esa vaguedad diacrónica y decadente
que me hacía escapar del aulario.
(Las clases eran aburridísimas).

Y el pasado me perturba
y esta esencia pleural
que me golpea el aliento,
y no es en el silencio donde hallo la alegría.

«Reconstrucción» me gritan,
y el teléfono se va deshojando a voces
nautílicas,
lunáticas,
empíricas,
que me han acompañado en tanta soledad,
(algunas se durmieron al otro lado
y lo comprendo).

Y en instantes divergentes
—como en este recodo—
a punto de caer en las quimeras,
usurpando así algún lugar noctámbulo
que no me pertenece.
Es cuando retomo imágenes decolorados,
invisibles en las retinas
sepultadas en el fondo
de la corteza cerebral.

Y es entonces que regreso
intentando contener la pérdida,
hilvanar los bordes gangrenosos del olvido
y desdecir lo no dicho para gritarlo…

desde el fondo,
bien abierto los ventrículos
de este ser lacerado
que aún se contiene,
se encadena al poste del ahora,
a ver si así
el pasado no regresa.

                                                           Diana Rodrigo Ruiz
------------------------

1

La Mantis religiosa pierde su fe,
Ya no reza a la jungla desde un Lupuna...
Sólo mira impávida como el néctar de la savia
evapora entre lamentos de fieras
Y brazas carmesí...
ahincada, rememora letanías de lobos tristes,
de tigres atrapados en sus propias rayas,
de zarigüeyas despreciadas,
de saltamontes y moscas enredados en telarañas de felpa...

2
El cristal superviviente de un edificio abandonado,
aunque aun disecciona la carne y los ovillos de lino,
ha perdido clarividencia y brillo;
no refleja el rostro de Narciso,
ni enmarca el paisaje gaseoso que transita entre lamentos felinos...
3

En las exequias de una esquina de barrio,
una trompeta de hojalata suena en lontananza,
un lirio se marchita,
un tren vaporoso suspira por última vez
y los fantasmas imaginarios se deprimen al amanecer...
                                                 
                                                                                            Mauricio Mejía Benard


------

Dos de enero

Al amanecer descubro que el calor
Tiene el color de la selva

En la radio un predicador
Llora la vida y milagros de Jesús

Relatos de naufragios
Contados por hombres
que no terminan las palabras

Con el sol mis labios saben a sal

La orilla demasiado lejos
O demasiado cerca quizás

Los pelícanos clavan su vuelo
En el mar verde de peces

Las olas me llevan y traen
Los mejores recuerdos

A las once de la noche
Se abre la flor de la luna llena

Camino por la playa
Dejando que la espuma me bese

Los cangrejos corren a esconderse
Tras las nubes

A lo lejos, en mí
Tu ausencia flota a la deriva.
                                              Carlos Patiño Millán

-----------


Mene




Mene metsään
Mene vuorille
Mene kauas merelle
Anna yksinäisyyden hyväillä sinua
Kunnes ihosi on kyllin ohut
Niin ohut
Että sydämesi
Näkee sen läpi minut
Että minä se olin
Joka hyväilin,
Hyväilen sinua,
Mene, mene
                                        Tommy Tabermann (1947-2010)

Ve

Ve al bosque

Ve a las montañas
Ve hacia el mar lejano
Deja a la soledad
acariciarte
Hasta que tu piel sea lo suficientemente delgada
Tan delgada
que tu corazón
me vea a través suyo
que fui yo
quien te acarició
quien te acaricia
Ve. Ve
(Intento de traducción, por Carolina G.)


Carlos Patiño Millán: poeta, cuentista, periodista y profesor de la Universidad del Valle nacido en Cali, Colombia en 1961. Entre sus obras se encuentran: El jardín de los niños muertos (Poesía, 1998), El día en que le volé un dedo a David Gilmour (Prosas, 2001), Inclínate ante la madera y la piedra (Cuentos, 2006) y Hotel Amén (Poesía, 2008).


Mauricio Mejía Benard: Comunicador Social nacido en Cali, Colombia (1965)especialidado en Historia y profesor de fotografía de la Universidad Autónoma de Occidente. 

Tommy Tabermann:  (3 December 1947, Ekenäs – 2 July 2010, Helsinki) was a Finnish contemporary poet and politician, radio personality and journalist.[1] Since 1998 and until 2006 he was known to Finnish audiences for his witty role as team captain in the weekly Saturday night television show Uutisvuoto, the Finnish version of Have I Got News For You, opposite the bestselling author Jari Tervo. Tervo recently characterised his popularity with the following anecdote: "When he was sixty, nine out of ten persons in an elevator at the Stockmann department store (in Helsinki) recognised him. The tenth person was Japanese."[1]

Diana Rodrigo: poeta manchega (1978) licenciada en Ciencias Empresariales. En la actualidad dirige el Club de Lectura que organiza la Biblioteca Municipal de Miguelturra y es colaboradora habitual de bibliotecas y librerías de toda España con la realización de Monográficos Literarios dirigidos tanto a niños como adultos. 





lunes, 3 de octubre de 2011

mi otro blog

Por ahora, que solo tengo tiempo de actualizar mi blog de Finlandia, os animo a que lo visitéis si no tenéis nada mejor que hacer http://finlandthroughmyeyes.blogspot.com/
Abrazos desde el otro lado

jueves, 22 de septiembre de 2011

La foto perfecta


A la hora del café, que en realidad son todas, por algo Finlandia ostenta ser el país número uno en consumo de café por habitante, la anfitriona se me acercó con el álbum familiar. Dada nuestra carencia de idioma común para comunicarnos y lo insuficiente que resultaba el diccionario, celebré la idea, pero no por mucho tiempo. Cuando la vi con su sonrisa limpia y sus ojos claros sujetando el álbum imaginé que me enseñaría las imágenes de su último verano en Fuengirola, la tarta de cumpleaños de su hijo o quizá un recuento gráfico de las pilatunas del perro. ¡Cuán equivocada estaba! Sin anestesia alguna la mujer abrió el libro de par en un movimiento ágil que no revelaba sus 80 años, y sí señor, lo primero que vi fue el primer plano de un cadáver. Las motas de algodón asomándosele por la nariz me dijeron cosas feas al oído. Acaso, ¿esto era una broma? ¿Será que en esta cultura aceptan la muerte con más naturalidad, y por ello no tienen pudor de registrarla y archivarla junto al resto de eventos de la existencia? Sinceramente no lo sé, lo único que tengo claro ahora es que el caricaturista que recreara este cuadro que estoy protagonizando, no se equivocaría dibujándome en plena petaqueada y con el letrero Plop tipo Condorito. Me vi desde fuera y me entró la risa –me la aguanté, como es natural–. Era cómico saberme ahí con cara de póker, sin poder salir corriendo y sin tener la menor idea de lo que debía decir; ¿quizás un lo siento, qué fotogénico era, qué guapo quedó o cómo le luce el maquillaje?

Bajo una serenidad impostada emití un hmmm sin poder evitar seguir mirando las motas de algodón que, sin lugar a dudas, me atormentarían esa noche.

domingo, 18 de septiembre de 2011

¡Cuidado!

Una tarde mis poros ensanchados y estirados como queso tibio después de los cinco minutos de sauna, me pidieron agua fría. Las pieles transparentes de los que me rodeaban parecían no inmutarse y se divertían con cucharones gigantes escupiéndole agua a las piedras hirvientes para hacerlas trinar. Yo en una esquina cubriendo mi nariz con las manos para suavizar el aire y poder respirar, mientras tanto, ellos reían en silencio. Entonces salí despavorida en busca del lago. Bajé los escalones lamosos con mucho cuidado y al lanzarme escuché cómo el agua imitaba el sonido de una Coca-Cola burbujeante y recién servida.

Había mucha gente repitiendo sin cansancio la misma operación: sauna-lago-sauna. Quería nadar, ¡necesitaba endorfinas! Pero al ver que nadie sumergía la cabeza me acoquiné. Enseguida recordé que alguna vez había leído que cuando la gente se lanzaba a aguas semicongeladas tenía terminantemente prohibido meter la cabeza, pues de lo contrario podría sufrir una trombosis cerebral. Sí, es verdad que apenas era otoño y que aún el agua alcanzaba los 17º, sin embargo mi hipocondría me dijo que era mejor así, no fuera que por dármelas de David Meca me enfermara, no valía la pena pecar de ufana y adjudicarme de gratis un problema cerebral añadido –a mis múltiples disfunciones, por todos conocidas–, o como mínimo un resfriado. Mi razonamiento fue muy sencillo, ellos sabían de climas extremos mucho más que yo, por lo que la salida más salomónica era limitarse a copiar sus conductas y de este modo curarse en salud; así que con mi cabeza en alto nadé como un pato bebé. Salí más que contenta.

Semanas después, por fin pude ir a una piscina de invierno a nadar de verdad, y al entrar me llevé la gran sorpresa, nadie usaba gorros ni chanclas, y lo más curioso, muy pocos llevaban gafas. Ajaaá. Entré con mi disfraz de nadadora en mi piel de capuchino; como no, el gorro, las chanclas, y mi equipo de aletas y manoplas bien agarrado. No pudieron evitar mirar intrigados al nuevo espécimen. El agua estaba a la temperatura de la leche acabada de ordeñar. Clavé de buena gana y comencé a nadar y a nadar. Una hora después me puse a repasar a la gente, un poco para vengarme de sus miradas del principio. Fue entonces cuando lo entendí todo. Sus cuerpos desplazándose de forma vertical y sin prisa me hicieron comprender por qué no necesitan gafas y lo inútil que había sido mi nadado de pato en el lago. Mi exceso de prudencia me hizo sentir realmente tonta. Vaya por dios, aquel día no había evitado la trombosis ni el resfriado. Eso sí, sin proponérmelo había conseguido lo más importante: ser una más.

martes, 13 de septiembre de 2011

Es el precio


Pinos y más pinos. Botas encharcadas, manos enrojecidas por el frío. Capricho de una borrasca que va y viene, y no me importa. Sería una necedad soñar con el sol del trópico cuando aquí se está tan bien. No echo de menos el vallenato mal sintonizado del Blanco y Negro ruta 1, ni los rostros desangelados de pequeños descalzos que piden por doquier. No echo de menos al ladronzuelo que esconde bajo su camiseta la pata de cabra con la que me podría chuzar si me descuido, o si “doy papaya”-como afirmarían mis compatriotas-; ni al gamín que me gritó “mamasita, venga le engraso la bisagra”, sin advertir que era yo la misma que el día anterior lo había invitado a una Colombiana con Chocorramo, en lugar de darle las monedas que quería. Pero él no tiene la culpa, sus ojos dan vueltas como las máquinas tragamonedas después de que la cocaína cuasi pura se quedara incrustada entre los mocos y los pelos de la nariz.

El sol cada vez es más borroso, es cierto, como si se remojara en lejía antes de salir. Pero, ¿a quién se le ocurrió decir que el gris no es bonito y que caminar por un escenario cubierto con un velo de recién casada no tiene su encanto? Me decís que es un lugar aburrido…quizá tengáis razón. Aquí no se escuchan bombas ni existen los sicarios, ni los “traquetos”, ni el vecino pone la música a todo volumen; claro, yo tampoco lo puedo hacer, y eso tiene menos gracia. Sería maravilloso escuchar Lacrimosa y mi demás “música de los demonios” a toda hostia. A veces se hace insoportable la presión de los audífonos en mi cabeza, ¡con lo agradable que sería que la música hiciera crujir la madera!, pero es el precio, el precio que de buena gana he decidido pagar.