martes, 11 de septiembre de 2007

10 años atrás mi mundo estaba rodeado de literatura rusa y versos de los poetas malditos, era bueno hacer equilibrio en el alféizar y tomar el sol, era bueno caminar con los pies desnudos sobre los trozos de los principios morales que desgajaba contra el suelo cada segundo.


Un día, mientras me burlaba de todo, un violinista tocó un Allegro con mi pelo y se fue para Rusia dejándome sin música. Lo último que supe de él fue una postal enviada desde la casa de Papá Noel a mi dirección y mi apellido, pero a un nombre diferente, una tal Sandra que en ese momento maldije no ser. Pasaron los años, uno tras otro, hasta que nos volvimos a encontrar ya con nuestra vida hecha. Mi marido y yo en su casa, intercambiando sonrisas con los niños y palabras con su mujer. Quién iba a pensar que 10 años después, a 10.000 kilómetros del último beso, nos abrazaríamos como viejos amigos?

1 comentario:

vanessa dijo...

ultimamente me persiguen historias de amor!

asi que con un ruso??? jeje, que bueno que se volvieron a encontrar!