martes, 6 de septiembre de 2011

¿Me invitas a un café?


Una taza de café amargo que señala la frontera de tu sombre y la mía, aquel margen que atravieso con la mirada y derrito a mi amaño por puro juego, aquellos límites que transgredo en mi cabeza riendo, solo riendo (sin que te des cuenta); aunque yo continúe del otro lado y la taza siga en medio.

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